Carmencita de sangre azul
>> 24 de noviembre de 2010
Carmencita es de sangre azul. Es bella Carmencita siendo de raza azul; es más ella siendo feliz, siendo inconsciente, siendo algo más que los demás, como ha ido escuchando cada vez que le dicen “toda tan azul tú”. Por lo mismo hoy tiene un cáncer también azul. Yo me he alegrado en cuanto vino con la noticia. De hecho fue un asunto meramente radiante:
-¡Tengo un cáncer azul, que sólo les da a los de sangre azul!
Cuestiones que como se sabe, por lo general, y a falta de buenos entretenimientos, alegran bastante.
Siempre por un cáncer hay lo de mostrar felicidad. Aplaudir y dar brinquitos, o como se sienta uno en el antojo de proceder. Un cáncer es como un hijo retardado, me dijo alguien retardado por ahí. Le creí, aunque de pronto no demasiado (era un retrasado de sangre azul).
Hay tantos que así quisieran uno suyo; un cáncer con el que luego se ande con la gran consciencia de no habitar más por estos universos; descomponerte, eso, poco a poco; podrirse con las mitosis y en ese plan. Pensar que Carmencita no estará más acá lo pone a uno como feliz. Muy contento.
A Carmencita le pasa igual, también toda contenta. Mucho, he de decir (o de notar). Parece que se va a morir. Así las estadísticas. Y así grita ella en azul que se va a morir. Anuncia en azul lo de su cáncer azul. Publica, además, que tiene un cáncer azul. Difunde por todas partes lo azul de sus circunstancias muy azules. La metástasis azul de una Carmencita de sangre azul. Y entonces, ya advertidos todos, no es el cáncer lo que tiene así de satisfecha a Carmencita de sangre azul. En cualquier caso de la sospecha, la felicidad es lo azul, nada más lo azul de su cáncer azul que, como ha dicho, “sólo le da a los de sangre azul”.
Asuntos superiores en creerse superior. La raza es azul como se entiende. Como se dicen las retahílas de las cosas ridículas y se agregan. Que hay ridiculeces que tan de plano les da únicamente a los de sangre azul. Y así.
Carmencita tiene un cáncer bien azul. Al colmo del hartazgo y lo feliz y lo azul de la sangre azul.
Imagen: Yves Klein
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