.


Secuestrables

>> 18 de abril de 2010

this could last us all a lifetime limbs intact, untouched on the screen of a video tape
(Ath the Drive-In "Enfilade")
Todo el mundo debería cuestionarse lo mismo: ¿Qué tan secuestrable soy? ¿Ha pasado ese microsegundo por la mente en alguna ocasión? Es frío ¿no?
Mira tus manitas, los deditos: muévelos, muévelos unas 10 veces; la mano es una araña patas arriba: boquea, agoniza. Luego los de los pies… O qué sé yo, puede ser que mimes el lóbulo de una oreja… los dientes, la lengua, un testículo. Todo aquello que se considere desprendible con algo de fuerza.
Ahora una pausa; mira a tu alrededor y piensa.
Todo es deletéreo, es cierto, lo ontológico, lo sabemos tan bien. Igual mira alrededor.
¿Amasas una fortuna? ¿Qué tal tus cuentas? Quizá no, pero ¿tu familia?
Aglomera a todos –¡a todos!– esos idiotas que te quieren, júntalos en una fotita. ¿Cuánto suman en total –digo, en términos monetarios, no hay que confundirse tampoco–? Logran llegar a lo necesario... Habrá que recurrir a los amigos acaso. ¿Qué tan bien te llevas con esos humanos? ¿Tienes amigos?
Lo que puede preocupar aquí es el apellido. Eres Paiz, Hernández, Solórzano. Todo bien, tranquilo, no eres nadie de ellos. Respira un poco: ¿podemos continuar? No hiperventiles (todavía).
Si no es tan obscena la suerte de tu maldita vida, si no firmas con tu segundo apellido... entonces:
Allí te ves, en tus lugares recurrentes. Esa calle, ese parqueo, la colonia, el mismo número de autobús, aquel restaurante de la esquina, el lugar de tu trabajo, el supermercado más cercano. ¿Hay lugares desde donde espiarte fácilmente? Aquella cornisa, por ejemplo, la ventana de enfrente siempre bien oscura, el cuidador de carros sospechoso en el edificio.
Cómo están tus defensas en las redes sociales. ¿Hay fotos de tu apartamento; qué tal tus bichos/mascotas; se ve el color de tu auto; acaso resalta tu genial personalidad en cada actividad de cada 2 mintuos; esos, los “amigos” que te opinan tan falta-ortográficamente; aquella borrachera espléndida y fotografiada; o si: tu diletancia fenomenal de comentar en todos lados; tus hermanitos, tu mamá y papá (quién diablos publica fotos de ellos): todos bien, bien bloqueaditos, a prueba de intrusos? Pregunto.
Y pregunto, bueno, pues por muchas razones importantes. Queda tanto que responderse. Estar al día, bien informado: Tus lugares recurrentes, tus apellidos, la fortuna que te acompaña, las estructuras mobiliarias, los accesos, las cuentas web. Más de alguno –los Vds. –, es secuestrable seguramente. Un poco de estudio y rompecabezas sesudos y ¡ay!, los deditos, las orejas, los excesos en los humanos. Los candidatos.
Es tan emocionante...
Ya empezarán a sonar los teléfonos, se llenarán las inbox... Todos esos sobres/cajas –misterios coagulantes– del correo express a la par de nuestras puertas. Sus puertas, digo, por lo menos.
Imagen: instalación Cildo Meireles

Read more...

Umbra

A cuántas personas le estropeamos la vida con sólo tenerlas a unos cuantos pasos de nuestra existencia. Respiramos y eso basta. Una mácula infinita nos dibuja nuestra silueta diametral e identitaria sobre cualquier superficie.
Nos proyectamos (¿de dónde viene esa luz tan molesta?), nos hacemos tan chiquitos como queramos, o nos aventajamos inmensamente y somos la oscuridad en plena totalidad del cuarto, de la casa, la manzana entera. Una sombra.
Cae el sol unas 10 veces. Y unas 10 veces nos levantamos y develamos un rasgo, algo, nuestra máscara más verdadera.
Dos mentiras (bien jodidas).
Una metáfora (estúpida la metáfora como este texto).
Tres estupros (el engaño es la sombra más grande).
Una manipulación pluscuamperfecta (el poder sobre otro; un detalle).
Dos manadas al aire (ese bicho que se esconde).
Y unas tres que sean patadas para acariciar el canon (patear la pared, el carro, patear el paraíso).
Pero no encendamos la luz todavía. No. Estaríamos un tanto somnolientos, nuestros ojos se destartalarían por tanto dilatar, caminaríamos y nos daríamos en el dedo chiquito del pie con la pata de algún mueble doméstico. Tropezaríamos con una sombra. Con algo jodidamente parecido a nosotros.
Ese buzz eléctrico ya nos tiene lubricando los nervios. Habrá que huir como cucarachitas bebés en el interior de un fregadero…
¿De dónde viene esa luz que es tan molesta? No deja cuajar la oscuridad. Nuestras sombras a punto de hacernos mucho, mucho daño.
imagen: pieza de Regina Silveiros

Read more...

  © Blogger template Webnolia by Ourblogtemplates.com 2009

Back to TOP