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Infomercial

>> 16 de mayo de 2010

And I find it kind of funny
I find it kind of sad
The dreams in which I'm dyin'
Are the best I've ever had
Hace poco que tengo el despertador a las 3 en punto de la mañana. Duermo intranquilo, me levanto gritando, despierto a los vecinos y enciendo la tele.
Y es la tele de las madrugadas la que me causa enorme interés. Me he vuelto adicto a los informerciales: siempre necesito cosas que no necesito. Entonces presto atención; ya estoy despierto.

Cuando la tele deja de ser estática aparece Mr T, todo sonrisas él, en la pantalla. A su lado hay un pollo frito: tierno, jugoso, muerto, delicioso. Mario Baracus tiene un delantal y no un arma; con un arma tiempo atrás nos enseñaba a cruzar las calles, con un arma a respetar cosas, cosas como las mamás o los animalitos. Hoy nos enseña a usar un nuevo súperhorno. Sin armas, a cocinar pollo frito.

Cambio de canal, y allí está esa ex asquerosa gorda hipersimpática, extra delgada. Frente a ella, una bandeja con lo que sería la analogía de sus entrañas extraídas. Pero no, ella se metió unas cuantas pastillas y ante su foto de gorda, presume que ha mejorado como persona, que tiene ganado el cielo, que todo en la vida ha cambiado para siempre y que la humanidad es algo muy hermoso.

Lo mismo en el siguiente canal y en el otro. Todo el cable cundido de ¿esperanza? Y uno ya sólo puede sentirse desesperado. No tenemos el cielo ganado, no, mientras buscamos el espejo a ver en qué podemos mejorarnos. Y ya viéndonos nada mesomórficos encontramos la respuesta en un infomercial. Pero de madrugada las ideas son truculentas y las necesidades que fomenta la tele se vuelven un poco confusas. Así Mr T está anunciando su horno, al mismo tiempo, una crema para la disfunción eréctil, tras su delantal hay un bulto que es objeto de atención de la cámara a cada rato mientras Mario Baracus se entretiene con unas berenjenas al vapor. La tele anuncia en otro canal unos supositorios efervescentes, con sabor, aroma y color rojo, verde y azul. En otro canal las frases son exquisitas, tipo: “Es el ser ideal pero siempre le falta algo: adquiera nuestras feromonas artificiales”, “Jesús es el camino, la verdad y la vida”, “Adelgace ahora mismo, baje esas libras demás: ¡deprímase!, lo conseguirá en un abrir y cerrar de ojos”, “Enmagrezca y disminuya el tamaño de su pene”, “No eres mal amante, pero puedes mejorar”, “No pierdas el cabello, quítatelo con el tratamiento de alopecia”, “¿Tu cara es bonita y radiante? La nueva moda es el acné…”. Y cosas así que te hacen sentir muy triste durante las madrugadas.

Empiezas a marcar los números de la pantalla, hay tono pero nadie contesta. Lo paradójico es que todos atienden en horas hábiles. Afuera ya amanece, te diriges hacia tu trabajo completamente desdichado. Observas a los demás en cada esquina y piensas que a ellos, tan poco agraciados, tan echados todos a perder, tampoco les han contestado sus llamadas. Que la vida en realidad no tiene ningún tipo de solución y ya sólo piensas en pegarte un balazo con el arma del guardia de seguridad con un parecido increíble a Mr. T del banco sobre la 7ª. avenida.
Imagen: de la serie Áreas de Traslado (Ángel Poyón)

3 comentarios:

Prado 16 de mayo de 2010, 21:15  

yo antes de pegarme un tiro, le dispararía a la tele. maldita sea la hora en que propició la ubicuidad.

Engler 17 de mayo de 2010, 10:49  

solo al abrir los ojos! no hay otra manera de deprimirse...

la tele, las lecturas, todo sucede con los ojos abiertos...

Luisa Gonzalez-Reiche 28 de junio de 2010, 21:27  

de quien es la cita de arriba, al lado del sombrero?

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